Cesky Krumlov es un encantador pueblo al sur de la República Checa. Su centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad se ha conservado con pocas alteraciones a lo largo de los siglos y su castillo es el uno de los más importantes del país, lo cual atrae numerosos visitantes de todas las partes del mundo. Fue en este idílico entorno donde casi muero practicando rafting nocturno en 2012.
Un poco de contexto antes del morbo: ¿dónde está Cesky Krumlov?
Vamos a ser seres humanos decentes e informarnos sobre el escenario de los hechos al menos. ¿Dónde está Cesky Krumlov exactamente?
Es fácil llegar desde Praga (el bus tarda tres horas, horarios y precios en las webs de RegioJet o FlixBus), de hecho mucha gente opta por hacer una excursión de un día desde la capital a Cesky Krumlov. Otras ciudades cercanas, tal y como se ve en el mapa, son Linz y Ceske Budejovice.
Viajes de película: la omnipresente Praga
Actividad en Cesky Krumlov: rafting nocturno
📌 Punto de partida: Masná 129, Vnitřní Město, 381 01 Český Krumlov (haz click sobre la dirección para más detalles).
⌚ Hora: 21:00 (o eso dicen, preguntadlo bien en el mail de reserva).
💸 Precio: 450CZK por persona. Todo el material, los traslados y los guías están incluidos.
▶ Página web: para más información haz click aquí.
Czech Horror Story
Unas pringadas llegan a Cesky Krumlov
Ahora sí, vamos con este relato de vergüenza ajena máxima.
¿Te suena la peli Hostel? No la he visto, pero sé que se trata de una saga de películas de terror rodadas en Cesky Krumlov. Por eso, las amigas del cole con las que hice el viaje y yo siempre bromeábamos sobre el hecho de que seguro que vivíamos alguna experiencia de película de terror en el hostal.
Lo cual, echando la vista atrás, no estaba tan mal encaminado, ya que un episodio del viaje sí fue de peli de miedo (para las partes involucradas, porque desde fuera tuvo que parecer una comedia en toda regla), aunque no tuvo nada que ver con el hostal (a diferencia de Frankfurt, como verás en el link de abajo).
La historia de cuando casi me asesinan en un hostal
Aquel soleado día de agosto llegamos tan felices a la estación de bus de Cesky Krumlov y tras dar muchas vueltas conseguimos dar con el albergue que habíamos reservado. Dimos una tranquila vuelta por el pueblo, compramos comida, entramos en tiendas, etc. Todo normal. Poco duraría. De momento pongo un par de fotos (de 2012, piedad) de la parte feliciana y pacífica del día.



¿La actividad fantasma?
Al haber realizado la reserva del rafting nocturno en Cesky Krumlov lo ponía bien claro en el mail: 20:45 en la oficina del centro. Ahí estábamos a la hora acordada y en el lugar acordado, pero nadie se dignó a aparecer. Se les habrá olvidado, pensamos. Teníamos el número de teléfono, llamamos y el supuesto guía suelta «ah, el rafting era a las ocho, ya ha acabado, pero ahora vamos a por vosotras«.
Guat de fac.
Llegaron los dos «guías» (a partir de ahora entre comillas, ya verás por qué) en una furgoneta blanca (kidnapper alert, si es que todas las señales estaban ahí, quien no las ve es porque no quiere) y como si nada nos dijeron que subiésemos al vehículo.

Alucinamos un poco bastante con el panorama pero subimos, aunque no entendíamos por qué íbamos en furgoneta si el rafting era en la parte del río Moldava que pasaba por la ciudad. Serán dos minutos de trayecto, pensamos.
Pues mal pensamos. Empezaron a conducir monte arriba riéndose con nuestras caras de WTF y de la tensión que se respiraba en el ambiente. Cabe mencionar que no se veía nada fuera y que te llevasen cuesta arriba era inquietante teniendo en cuenta que todo lo subido habría que bajarlo después.
Bajarlo en raft. Con corriente. De noche.

Nos tranquilizamos al ver que uno de los «guías» simplemente cogía el material que tenían almacenado en una cabaña en el monte y conducíamos de nuevo hacia el pueblo.
¿Aquí acaba lo terrorífico? Por supuesto que no, si anuncio una casi-muerte es algo para tomarse muy en serio.
Estábamos fuera del horario normal del rafting y a los pseudoguías esos no se les ocurrió otra cosa que echar el raft al agua cual saco de patatas, decirnos que dejáramos nuestras pertenencias en un bidón, hacer que nos sentáramos en la barca y mandarnos río abajo mientras gritaban «si veis corriente, ¡siempre por la izquierda!».
Y los buenos señores nos dejaron solas y a oscuras en el río en una lancha hinchable.
La versión europea de Jungle Cruise
El cuadro era bonito: era noche cerrada, ninguna de las cinco tenía la más remota idea de cómo controlar aquello, no sabíamos cómo de fuertes eran las corrientes, tampoco si había piedras (si las hubiera tampoco es que pudiésemos verlas, todo sea dicho), ni siquiera hasta dónde teníamos que remar para que nos recogiesen.
O sea, que perfectamente podíamos ir río abajo más allá del pueblo y acabar en un bosque de la Bohemia profunda. Que no cunda el pánico, dijimos. Qué mentira más cochina acabo de decir.
El pánico cundió, pero bien cundido además.

Nos organizamos para remar a base de gritos y gestos. Todo un ejercicio de cooperación y teambuilding eso de que te suelten en el agua a oscuras, lo voy a patentar y me voy a hacer coach de equipos. En fin, divago.
No exagero cuando digo que tardamos cinco minutos para empezar a avanzar dignamente, así te puedes hacer a la idea de nuestra increíble destreza remera. Tras haber sido arrastradas por la corriente remado unos metros empezamos a notar que se acercaba el primer rápido. Digo notar porque ya sabéis que ver, lo que es ver, el morro del barco y poco más.
Desesperadamente remamos hacia la izquierda del río tal y como el profesional guía nos había indicado para darnos cuenta de que los supuestos rápidos son rampas perfectamente preparadas para el paso de rafts. Entonces la corriente dejó de ser problema, pero nuevos enemigos hicieron su aparición estelar: las piedras y los borrachos.
Y es que había que dirigir bien el barco para entrar en la rampa para no destrozar el raft pasando por encima de todas las piedras. Ante este peligro, decidimos dividir el grupo y que una parte bajara de la barca para explorar cómo seguía el río mientras el resto la mantenían quieta en la orilla. Parece un plan infalible, y lo sería de no haber sido por los borrachos ambulantes que nos invadían la barca cuando parábamos para explorar el terreno.

Por fin nos rescatan
Después de tres rápidos y una distancia que se nos hizo enorme remando en la oscuridad, los «guias» nos encontraron surcando las aguas del río sin dirección firme. Uno de ellos tuvo que subirse con nosotras para llevarnos a la furgoneta antes de que amaneciese y al fin pisamos tierra firme sin temer por nuestras vidas.
No hace falta que diga que esa noche alcanzamos nuestro momento álgido de vergüenza ajena, por mucho que lo piense creo que no se podía dar más pena ahí. Aunque parezca mentira salimos vivas (como prueba, estoy escribiendo esto ahora y aseguro que no soy un fantasma).
A día de hoy aún me pregunto cómo puede alguien perder una cantidad tan alta de dignidad en tan poco tiempo, pero lo cierto es que recomiendo la experiencia.

¿Alguna piedra me dio en la cabeza y no sé lo que digo? No, va en serio, en realidad el río está muy bien preparado y lo que nos asustó fue no saber lo que nos encontraríamos. Pero si has leído esta entrada sabes lo que hay, no hay excusa para no probar el rafting nocturno en Cesky Krumlov. A día de hoy os aseguro que me sigo riendo de aquella noche.
Viajes de película: la omnipresente Praga
¿Has estado en Cesky Krumlov? ¿Has conseguido dar tanta pena en alguna de las actividades de tus viajes? ¿Piensas que deberíamos haber muerto ahí para no seguir dando vergüenza ajena?